Espiral ; Enrique Anderson Imbert


Espiral



Regresé a casa en la madrugada, cayéndome de sueño. Al entrar, todo obscuro. Para no despertar a nadie avancé de puntillas y llegué a la escalera de caracol que conducía a mi cuarto. Apenas puse el pie en el primer escalón dudé de si ésa era mi casa o una casa idéntica a la mía. Y mientras subía temí que otro muchacho, igual a mí, estuviera durmiendo en mi cuarto y acaso soñándome en el acto mismo de subir por la escalera de caracol. Di la última vuelta, abrí la puerta y allí estaba él, o yo, todo iluminado de Luna, sentado en la cama, con los ojos bien abiertos. Nos quedamos un instante mirándonos de hito en hito. Nos sonreímos. Sentí que la sonrisa de él era la que también me pesaba en la boca: como en un espejo, uno de los dos era falaz. «¿Quién sueña con quién?», exclamó uno de nosotros, o quizá ambos simultáneamente. En ese momento oímos ruidos de pasos en la escalera de caracol: de un salto nos metimos uno en otro y así fundidos nos pusimos a soñar al que venía subiendo, que era yo otra vez.


ESTE CUENTO ESTA TRADUCIDO AL ARABE POR ABDELNAJI AITLHAJ Y ESTA PUBLICADO EN ESTE SITIO ; 
            هذه القصة مترجمة الى العربية و منشورة بهذه الصحيفة
               https://thakafamag.com/?p=25473

EL AUTOR ; Enrique Anderson Imbert



النظارات للكاتب ماتياس غارسيا ميخاس

النظارات


للكاتب  ماتياس غارسيا ميخاس

لدي نظارات لرؤية الحقائق. بما أنني لست متعودا، فإنني لا أستخدمها أبدًا.
مرة واحدة فقط ...
كانت زوجتي نائمة بجواري.
وضعت النظارات و نظرت إليها.
جمجمة الهيكل العظمي التي كانت ترقد تحت الغطاء كانت  تشخر بجواري ، جنبي.
العظم الكروي فوق الوسادة كان له شعر زوجتي ، و تجاعيد زوجتي.
 الأسنان الخالية من الدهون التي تعض الهواء عند كل شخير كان لها السن الفضي لزوجتي.
قمت بلمس الشعر و تحسست العظم محاولا عدم الدخول الى محاجر العينين: لم يكن هناك أدنى شك من أنها زوجتي.
تركت نظارتي، نهضت، وسرت حتى استبد بي النوم فعدت إلى الفراش.
منذ ذلك الحين، أفكر كثيرًا في أمور الحياة والموت.
أحب زوجتي ، لكن لو كنت أكثر  شبابا ، لاخترت أن أكون راهبا .

 ترجمة عبدالناجي ايت الحاج


Las gafas  )Matías García Megías(



Tengo gafas para ver verdades. Como no tengo costumbre no las uso nunca.
Sólo una vez…
Mi mujer dormía a mi lado.
Puestas las gafas, la miré.
La calavera del esqueleto que yacía debajo de las sabanas roncaba a mi lado, junto a mí.
El hueso redondo sobre la almohada tenía los cabellos de mi mujer, con los rulos de mi mujer.
Los dientes descarnados que mordían el aire a cada ronquido, tenían la prótesis de platino de mi mujer.
Acaricié los cabellos y palpé el hueso procurando no entrar en las cuencas de los ojos: no cabía duda, aquello era mi mujer.
Dejé las gafas, me levanté, y estuve paseando hasta que el sueño me rindió y me volvió a la cama.
Desde entonces, pienso mucho en las cosas de la vida y de la muerte.
Amo a mi mujer, pero si fuera más joven me metería a monje.


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